Por Jose M. Garcia
Y las bandas se marchan con sus marchas de ordinario,
desapareciendo entre las calles… Atrás quedan personas, hermandades, momentos,
alegrías y tristezas. Pero sobre todo mucha pasión.
Para la mayoría del público de a pie, la Semana Santa
comienza el Domingo de Ramos y termina el Domingo de Resurrección. Pero a
veces, la mayor parte del público olvida que el mundo cofrade va mucho más allá
de todo eso.
Durante la Semana Santa, las hermandades realizan sus
estaciones de penitencia, durante las cuales pasean sus imágenes por las calles
de la ciudad. Esta estación de penitencia es el momento deseado por miles de fieles que desean ver pasear sus veneradas imágenes por las calles, repartiendo
luz y mucha esperanza.
El lunes siguiente al domingo de resurrección, el Lunes de Pascua ya se empieza a trabajar para el año siguiente. Ahí vuelve a comenzar todo de nuevo. Muchas cosas nuevas aprendidas, muchos errores que corregir. Un año entero no parece suficiente tiempo para tratar de que los Sagrados Titulares de cada hermandad salgan a la calle y puedan lucir de la manera que Ellos merecen. Las costureras comienzan a tejer nuevos bordados, las bandas tratan de superarse cada año, los costaleros aún no han salido de debajo del paso, y ya casi están preparándose para la próxima Semana Santa.
Un año intenso vivido con pasión día a día, haciendo vida
hermanal, construyendo sueños para ponerlos en la calle, haciendo soñar a
mayores y pequeños, a propios y extraños. Ya que no olvidemos que este acto de fe,
supone para muchas personas el momento más importante del año en el que se
descargan las alegrías y tristezas de su vida cotidiana.
Así que, si el tiempo lo permite, ¡Hasta el año que viene!.
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