Nanociencia y nanotecnología

La nanociencia ofrece el conocimiento de las propiedades y de la manipulación de los materiales a escala atómica, molecular y macro-molecular.

Vassily Zaitsev, Héroe ruso

-“¿Cuándo matas a un general nazi, que es lo que más sientes?” -“El retroceso…”

Nuevo estudio genético sobre la obesidad infantil.

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Los juegos del hambre

Después del éxito de la saga Crepúsculo, el pasado 20 de abril llegó a la gran pantalla de España Los juegos del hambre para quitarle el protagonismo.

Vehículo Orbital OV-105

OV-105, es la designación que le da la NASA como vehículo orbital terrestre al transbordador espacial "Endeavour", el último en servicio y actualmente retirado debido a la paralización del programa espacial estadounidense.

viernes, 4 de mayo de 2012

Luces del ártico: Las maravillas de la noche. (Auroras Boreales)

Por Víctor Ruíz 

Los romanos tenían un dios para todo como es sabido. Júpiter, Venus, Minerva, Marte, Saturno... son algunos de los que gobernaban sobre los humanos según aquella sociedad politeísta. Cada uno de ellos tenía una función específica, que no era más que dar explicación a sucesos extraordinarios para los que en aquel entonces, no tenían. Por poner un ejemplo, el Dios Vulcano (Hefestos en Grecia) era el responsable de las erupciones volcánicas al trabajar en su fragua forjando armas y demás ingenios. Pero nos vamos a decantar por otra deidad, encargada de algo muy necesario también para el ciclo de la vida: el amanecer. La encargada de éste: Aurora.


Esta breve introducción era un pretexto para hablar sobre algo que, probablemente en la época gloriosa de Roma, hubiera merecido otro Dios o Diosa: las luces del cielo ártico, o Auroras Boreales. Curiosamente, este término combina el nombre de la diosa romana (puesto por el científico francés Pierre Gassendi en 1621, que fue el primero en hacer observaciones de las Auroras) con el término Boreas, que en griego significa Norte. En el sur se conocen como Auroras australes, nombre puesto por el capitán James Cook en 1773, al observarla por primera vez en el océano Índico. Los filósofos griegos consideraban las auroras como un fenómeno natural que asociaban con el reflejo de la luz en los hielos polares. Lo único que cambia entre las auroras australes y boreales, es el nombre y el lugar; el fenómeno es el mismo.

Hoy en día, sabemos que es el rey astro que rige nuestro planeta el causante de éste extraordinario y hermosísimo fenómeno. El Sol expulsa parte de su masa (este hecho se conoce como "vientos solares"), y ésta choca con los polos norte y sur de la magnetosfera de la Tierra, incidiendo en la ionosfera y en sus partículas de oxígeno e hidrógeno, donde éstas se "excitan" generando una enorme cantidad de energía que se libera al "relajarse", liberándose en forma de luz. Las auroras se mantienen por encima de los 95 km porque a esa altitud la atmósfera, aunque muy ténue, ya es suficientemente densa para que los choques con las partículas cargadas ocurran tan frecuentemente ya que los átomos y moléculas están prácticamente en reposo. Por otro lado, las auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km porque a esa altura la atmósfera es demasiado débil o poco densa para que las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo.


Los impresionantes colores que combinan son causados por los diversos elementos que componen nuestra atmósfera, siendo éstos el oxígeno (colores primarios como el verde y el amarillo), el nitrógeno (encargado de los colores azulados) y el helio ( causante de los colores más rojizos y púrpuras).














Hay que remarcar que el viento solar genera normalmente más de 100.000 megavatios de electricidad (la producción de una central nuclear convencional es de 1000 MW diarios) produciendo una aurora, lo que puede causar interferencias con las líneas eléctricas, emisiones radiofónicas o televisivas y comunicaciones por satélite. Impresionante.

O.P: Quiero decir que, para mí, es uno de los mayores espectáculos a los que alguien puede asistir en su vida y que, personalmente, ardo en deseos de ver una con mis propios ojos algún día. Tal vez los dioses romanos o griegos, los egipcios, o los persas, o incluso el Dios cristiano o musulmán fueron capaces de crear grandes prodigios, pero éste en particular, es algo que la madre Naturaleza (o Gaia para muchos) nos brinda para delicatessen de nuestros ojos, tan limitados a veces por densas capas de cemento y hormigón y la incomprensión de lo que nos rodea. Si de vez en cuando miráramos al cielo, y supiéramos comprender nuestro mundo, nuestro planeta, seríamos capaces de ver más de un prodigio natural...como el corazón humano.

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