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lunes, 23 de abril de 2012

Sugestión III

Por Daniel Gort

En los artículos anteriores hemos estado hablando sobre métodos por los que podemos ser sugestionados o sugestionar. Pero analicemos algunas características de nuestra mente que nos convierten en individuos sugestionables:


LAS MENTIRAS:

Existen muchos tipos de mentiras y muchas formas de clasificarlas, pero todas ellas pueden ser útiles como herramientas de sugestión:

Las mentiras en general se definen como el acto de decir lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa.

Las mentiras por desinformación u omisión,  omiten información intencionadamente con el objetivo de que el receptor del mensaje se forme una idea errónea.

Las mentiras por sobreinformación, buscan proporcionar una gran cantidad de datos haciendo difícil la asimilación y difuminando la información relevante para que pase desapercibida.

Las mentiras para hacer sentir mejor a los demás, no buscan un beneficio directo del individuo sino a través de los efectos que se pretende conseguir en los demás.

Las mentiras para sentirnos mejor o racionalizaciones, es un mecanismo de defensa de nuestra mente para evitar conflictos morales y para que nuestra percepción del entorno nos resulte coherente con nuestras acciones.

Lo curioso de las mentiras para hacer sentir mejor a los demás y para hacernos sentir mejor a nosotros, es que la mayoría de ellas se producen sin tener plena consciencia de ello

Las mentiras tienen una base adaptativa, mentir facilita la vida y la convivencia. Ante un regalo que no nos guste, diremos lo contrario por educación; ante un problema quizá digamos a un amigo que no nos pasa nada; ante una verdad demasiado desagradable buscaremos argumentos para poderla sobrellevar aún que quizá estos argumentos sean falsos...

La ética juega un papel importante en relación a mentir, pero curiosamente las racionalizaciones tienden a buscar los argumentos que cuadren con nuestros intereses y a desestimar los que no. De modo que nos encontramos con una serpiente que se muerde la cola.

En resumen, ésta “ductilidad” de la mente que permite modificar nuestros valores se puede considerar como uno de los niveles más básicos de autosugestión, que abre las puertas a ser sugestionados por otras personas.




Les dejo con una réplica del experimento realizado por Stanley Milgram en 1961. Donde se observa cómo los sujetos son sugestionados para aplicar una serie de descargas eléctricas en contra de lo que ellos consideran correcto. Se pueden ver racionalizaciones en forma de preguntas al científico organizador.




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